martes

Barquillas para el alma, unos años después...



A Ricardo, un Ángel en la Rivera


El presente artículo fue escrito en septiembre del 2011, y hoy queremos restaurarlo aquí, dada la extraordinaria experiencia vivida y el valor de nuestra amistad con Ángel Ricardo. Es increíble como en 4 años, su contenido mantiene igual vigencia...


Es algo más que el mediodía, Santo Domingo es un sólo fogón: mínimo, en 35 debe de estar la temperatura.

Dejando atrás, a un lado, al olvido momentáneo, lo que padecemos como dominicanos, ellos dos deciden abrir el hueco urgente, necesario, preciso, del que disponen para aplacar el peso gris de la rutina monótona, y por unos minutos para el alma, olvidar que estamos en Santo Domingo en el 2011, escenario de violencia a granel, corrupción por doquier, narcotráfico o demagogia, inversión de valores o indiferencias.

Un rincón cálido (por lo del trato humano), fresco a la vez (el aire acondicionado ayuda), de aquella plaza comercial es lo único que se precisa para botar el "stress" y "es cuatro", ser feliz y salir ileso de la odisea.

-¡Dos barquillas por favor! -dice el mayor de los dos, con aspecto glamuroso. 20 años en Miami no fueron en vano.

El otro sonríe, ubicando la mejor vista para conversar y contemplar.

Juntos parecen la recreación de una de esas malas películas norteamericanas de parejas de policías multiracial, el chico rubio y el moreno...

Pero, nada de eso. Son artistas, son poetas de lo improvisado, humoristas de lo casual. Pero, también un poco de conciencia, de análisis de la realidad, y claro está, son dominicanos, un poco de frescura ante el paso de una damicela exhuberante.

Atrás, cajeras despachan todo tipo de clientes del gran supermercado: escritores famosos, metidos en la clandestinidad para los incultos; las respetadas señoras de la alta sociedad burocrática criolla, y una que otra importada; gente pobre que va allí, porque es la única opción en el área; un funcionario que no ve la hora de salir de allí antes de que un "pica pica" lo identifique.

Ellos dos, con sus barquillas en mano: vainilla contra  dulce de leche, una copia de "Blanco y Negro" de Víctor Manuel y Pablo Milanés. Y hablarán de la Cuba triste y La Florida floreciente, de Sting o Silvio, de Woody Allen contra Mel Gibson, el cielo es el límite.

Y las altas cumbres heladas de la barquilla en oferta se hunden entre el cono y el paladar, volviéndose aquello un delicioso néctar del Cielo en el sofocante Santo Domingo, refrescando el diálogo de los amigos, mucho más que compañeros, de los hermanos, mucho más que camaradas.

Y pasa la Seguridad, con su traje de intimidación barata, las chicas del Banco que salen a almorzar. De fondo, una música clásica ¡Qué bien! No todo está perdido, Mercedita Sosa ¡Aun queda buen gusto!

-¿Y la oficina, cómo va? ¿Entonces?

-¿Qué te digo? Pues sí... como te seguía diciendo, dejemoslo ahí...

Las barquillas se reducen a un cono devorado, llevado a su mínima expresión: paz en el alma, frescura en el cuerpo. Agregándole a la amistad un momento más para acumular puntos en la experiencia de la vida. Después del almuerzo, comer barquillas con un amigo es saludable para el espíritu.

La crisis seguirá afuera, aunque sepamos cómo enfrentarla o descubramos de dónde viene y a dónde va. Pero, después de saborear una barquilla para el alma, nada, por lo menos para uno, seguirá siendo igual.

-Esta vez, pago yo...

(c) Rafael Leonardo... Dejando huellas!!!

sábado

Pentavocálicas


Hasta hace poco, cuando alguien nos hablaba de palabras en nuestro español que contuviesen todas las vocales, la mente sólo alcanzaba a atinar con tres clásicas: neumático, automóviles y murciélago.

¿Quién nos iba a decir que existiría una clasificación de estas palabras bajo los nombres de Panvocálicas o Pentavocálicas?

Pues, así es.

Mayor ha sido el asombro al descubrir la inmensa cantidad de palabras que usamos con frecuencia en nuestras conversaciones cotidianas, o que leemos en libros y periódicos que encierran las cinco vocales de nuestro alfabeto.

Aquí dejamos algunas de ellas, para que sigamos tomando conciencia de
nuestra lengua:

Facturaciones, evaluación, auténtico, abuelito, adulterio, arquitecto, consecutiva, corpulencia, cuadernito, orquidea, descuidado, educación, entusiasmo, reconquista, estudiando, reproductiva, resucitado, rioachuelo, secundario, seguidora, superiora, perjudicado, supervisión, funerario, menstruación, neumonía, vestuario

(C) Rafael Leonardo... Dejando huellas!!! 

viernes

Canción Mensaje de la Semana (Sábado 1ero. Agosto)

SOBREVIVIREMOS
Grupo Mocedades

Avanzando hacia el futuro
como siempre una vez más
padeciendo fieles cambios de tensión
una voz grave y profunda
se ha clavado en mi interior
no me para de latir el corazón

Semiocultos en el aire
de esta enorme capital
buscando nuevas metas que afrontar
mucha gente en este paraíso
de cemento y hormigón
no me para de latir el corazón
Sobreviviremos
a esta década mortal
permanece fiel a tu libertad
aunque tengamos que vivir
en una nave espacial
sobreviviremos, sobreviviremos
vamos a empezar

Quiero que mi corazón
no me ahogue más la voz
que mis dedos tiemblen por el buen sentir
que la notas que hoy os lanzo
las podáis sentir también
sobreviviremos a este mundo cruel

Cada segundo que pasa
es un tiempo irreparable
otra vez en vivo aquí podré decir
que hay un hombre en el piano
y miles detrás de él
siempre hay algo que nos hace sentir bien

Sobreviviremos
a esta década mortal
permanece fiel a tu libertad
aunque tengamos que vivir
en una nave espacial
sobreviviremos, sobreviviremos
vamos a empezar

De manos del compositor J. Fernández Lera,
a quien desconocemos, pero agradecemos sus letras, esta canción de nuestro querido grupo español, fue un éxito en los finales de los 80 en España, no trascendió aquí, más, su contenido puede aportar algo a la realidad social e histórica
que vivimos en la humanidad.

Volver a escribir... Otra vez!!!


Por una o millones de razones, propias casi todas del mundo actual, acelerado y desenfrenado que vivimos (o mejor, sufrimos), dejamos de hacer las cosas que solemos hacer, de las que gustamos ejercer.

En nuestro caso, como compositor, escritor o periodista, dejar de escribir resultaría algo "extraño", cuando se supone que o vivimos de eso, o nos complace hacer eso, por convicción, por costumbre (desde adolescente), por vocación, como una forma de liberarnos, aliviarnos, como talento que hay que explotar (Mateo 25, 14-30), por necesidad de comunicarnos y decir verdades, madurar ideas y que se oiga nuestra voz, aclarar sucesos, manifestar ideales, exponernos ante los demás.

Pero, por cualquier razón que haya sido, dejamos un día de escribir.

Para mantener activo nuestro intelecto en un blog, el esfuerzo es quizás mayor. Y lo importante es sacar las fuerzas (que es sacar el tiempo), forzar la mente, recuperar la memoria, organizar ideas, volver a conectarnos con nosotros mismos y recomenzar.

Si es cierto que los inicios siempre son difíciles; retomar algo lo es en igual o en mayor medida.

Pero, ya nuestras manos están sobre el teclado, y eso es suficiente para un artista periodista espontáneo y expresivo  continuar el camino. El recorrido más largo se inicia con un paso. En ese punto estamos.

Volver a escribir.

Pero ¿Por qué? Porque nos molesta ver nuestro blog cubierto de pasado, de desactualización. O porque alguien nos sigue y se desencanta de no ver nada nuevo.

O porque hemos adquirido nuevos amigos y nos averguenza invitarles a leer

cosas añejas (y no precisamente la obra aquella de Cesar Nicolás Penson). O porque hay nuevos sucesos a los que hay que darles espacios por esta vía.

O porque ahora tenemos tiempo, e ideas, y palabras, y deseos reestrenados. Creemos que por todas las anteriores.

La idea es reestablecer el ritmo, después de reconocernos haraganes de escribir, zánganos de la palabra.

Lo importante es que aquí estamos, sin preocuparnos por cuánto tiempo estaremos en esta alegre emoción de volver.

Volver a escribir.

Siempre es bueno volver a lo bueno.

©Rafael Leonardo... Dejando huellas!


Cuando eramos príncipes...

La frase de Eric Berne nos dejó "de una pieza", dicen los españoles, cuando la leímos y nos deslumbró en medio de un libro más que interesante: "Nacemos príncipes y la civilización nos hace ranas".

Imaginamos que la alegoría o parábola nos viene por lo del cuento aquel de "la rana y el príncipe", que con sólo un beso moría el hechizo.

Pero aún nos resulta más conmovedora la reflexión que a su paso nos deja el "recolector" de cuentos y frases, Carlos G. Vallés; reflexión que iremos mezclando con nuestras apreciaciones de la moraleja en cuestión, para ir adaptándola a nuestro contorno social y a nuestro instante histórico.

Al hablar de que nacemos príncipes, se deriva una sola conclusión: Dios, en su Infinita Misericordia, nos ha regalado, no sólo el don maravilloso de la existencia, sino además todo cuanto nos rodea para nuestro deleite, incluyendo a tantos seres queridos, la Creación.

Somos príncipes por nacimiento, y no hay que deducir aquí quién es el Rey. Hijos todos de la mayor Realeza que exista en el mundo, la única indestructible por todos los siglos. Príncipes por sangre, por herencia redentora, por naturaleza divina. Somos libres para pensar y valientes para amar, somos (o deberíamos ser) espontáneos.

"El palacio es nuestro y la Creación es nuestra".

Pero... Y ahí viene el "pero" que daña las cosas, estropea lo bello, torna gris lo azul y frustra la alegría. Pero... siempre debe aparecer el villano, la mala, la oscuridad ante la luz: "La maldición del hada envidiosa nos convierte en ranas".

Y esa malvada no es una mujer fea, con "orquetillas" que vuelan al compás de su escoba mágica... ¡No! "La maldición es la civilización". Y en este momento, los que aman esta sociedad uniforme y "cómoda" fruncen el ceño y comienzan a dudar de lo que decimos.

Pero sí, la "maldita" civilización es la culpable de todo. O sea, nosotros y nuestro mal manejo de la vida y la sociedad y la Creación.

"La etiqueta y la burocracia, la informática. El modelo y la expectativa y el trámite. La cola de rigor en la ventanilla de turno. Los impresos y el sello y la póliza."

¡Ah, la etiqueta y el protocolo, y el susodicho "glamour" poco humano y excluyente que tanto detestamos algunos, aspirantes a lo sencillo y funcional. Se nos va el tiempo de principado en servir como esclavos al reloj, a la computadora y el celular, que mientras más moderno es, más alienante se vuelve para nosotros.

"Sigue la moda y obedece a la multitud. Haz lo que todos hacen y habla como todos hablan. Todos igualitos, todos como ranas de charcas". Es dificil ser diferentes en una sociedad tan uniforme, que sólo aplaude lo formal, lo de ley, lo que todos consideran correcto. 

Y nos preguntamos con Vallés: ¿Quién será el hada que nos devuelva nuestro rostro?

Cambiar de actitud es cosa personal, y luego colectiva mediante la conciencia. Dejar de ser monótono y salirnos de la rutina debe salir desde el corazón mismo del decidido y valiente, del espontáneo. "El despertar nace de dentro". Es hora de que la sangre nos bulla y vibre la conciencia, sabernos distintos al resto del montón y desechar poco a poco los vicios de la cotidianidad y su hermanita, la mediocridad. Es hora de salir de todo esto.

"No hace falta revoluciones ni proclama. Basta con erguirse y sonreír. Sabemos el misterio. Volvemos a ser príncipes. Nos atrevemos a ser distintos, a sentir lo que vivimos, a vivir lo que somos. Nos atrevemos a pensar. Nos salimos del molde. Seremos libres, originales, creativos. Esa es la verdadera civilización".

Adiós charcas!!!

(C) Rafaleomar... Dejando huellas!!!

Una excelente mañana...

Soy periodista, y ando a pie...

No contaré por qué aún no tengo carro, aunque en otros tiempos me movía en un Nissan 88, con el cual me desenvolví por dos años. Pero, no viene al caso ahora.

Para ir a la oficina donde laboro, debo de levantarme temprano y protagonizar, con varios millones de dominicanos más, la "odiosa" osadía de "pasar trabajo para ir a trabajar".

Pero, en buscar darle sentido a la vida, y romper los esquemas y salir de la monotonía, pocas personas me ganan en explotar el talento de buscar ser único, de ser original y gozarme los momentos como vengan.

Y eso de "odiosa odisea" transformarla en un espacio de paz, de oración incluso, de iniciar el día con buen pie.

Resultaría difícil creerlo, y vivirlo, pero es posible obtener una "excelente mañana", leyéndose un buen libro y escuchando igual tipo de música. Y es así.

Mientras la OMSA se va desplazando por todo su recorrido citadino, desde Alameda hasta Las Américas, sentarse (cuando se puede y no aparece una embarazada, convaleciente o envejeciente), pegado a la ventanilla y contemplar la mezcla de naturaleza y urbanidad que se consigue en el trayecto, con el sol tibio entre ramas o carros y la brisa que nos da la bienvenida a la jornada nueva.

Y mientras nuestros ojos sabios, cegados a la rutina y abiertos a lo nuevo, a lo espontáneo, quedan asombrados de la manifestación del Creador, vuelven al texto enternecedor de Carlos G. Vallés, que precisamente nos habla de vivir el momento, disfrutar del entorno, ser feliz con lo que se tiene.

Esa maravillosa mezcla de sensaciones, se nos une entre violines y piano, hermosas melodías que se cuelan por la diminuta línea del audífono, completando el paisaje con sonoridad divina: Buena música, buen libro, buen momento, "una excelente mañana" para enfrentarse al mundo y sus locuras.


Y la bulla de los pasajeros queda relegada a un segundo plano, sin ánimo de menosprecio a la socialización.


"Una excelente mañana" es también aquel espacio que nos brinda una emisora de música instrumental que le da acogida a todo aquel que desea arrancar la jornada con paz en el espíritu y alegría en el alma.

Si se aparece alguien conocido a darme "una bola" creo que lo pensaré.

(c) Rafael Leonardo.... Dejando huellas!!!

Bicicleta bajo la lluvia a los 46 ¡Es posible!




El cielo se nubla desde las primeras horas de la tarde. Mentirología, perdón Meteorología la volvió a "pegar" esta vez. El calor es asfixiante, y la CAASD, el acueducto, sigue anunciando sequías...

Pero Dios, en su Infinita Misericordia, le hará un "favor" a este pedazo de la tierra, y revienta las nubes grises, viene un "norte", aunque esté ubicado al sur o este...

Hay que "jullir" para que no nos "agarre" ese diluvio. Muchos logran hacernos entender que "este un país muy especial", donde puedes salir con unas gafas de sol y un paraguas a la vez...

Esta vez, la lluvia nos da un chance, y llegamos secos, igual de sofocados a casa... Pero ¡Hay que coger agua si esa cae, pues se acaban las reservas del tanque y las cubetas!

Abandonamos lo formal, y unas "bermudas", chancletas y franela, arrinconadas junto al armario, pasan al escenario...

¡Volvamos a ser niños!

Llega a nuestros oídos el maravilloso canto de las millonadas de gotas del cielo, y como un llamado a la aventura, a lo casual, a lo espontáneo y mágico, bici en manos, enfrentarse a la locura de vivir...


Dejas atrás el complejo y la formalidad de que eres un adulto de 46, de que eres un profesional que se respeta, y le das prioridad a tu felicidad, y a la necesidad de tomar el agua de los caños para por lo menos fregar, trapear o bajar el baño.

Sí, es posible, montar bicicletas bajo una lluvia de verano pasando los 46, y quedar vivo en la osadía y en la odisea, y encima de eso ser feliz.

Ejercicio húmedo sin la fastidiosa molestia del sudor, aunque sea necesario para limpiar poros y sentir el esfuerzo.

Recorrer el barrio, deshabilitado de peatones o motoristas huidizos de la lluvia. Parar en cada caño y comprobar lo tibio o fresco de cada chorro, según sea el techo de la casa.

Es posible.

Renovar la inocencia y candidez de tiempos pasados en que fuimos felices sin maldades, sonreír aunque no se pueda "calibrar" como piden los menores para retozar un poco, ya que la barriga de los padres de familia a los 46 nos permite a penas pararnos un chin y más nada.

Pedales arriba y abajo, frescura pluvial por todos lados, denotando lodo donde había polvo en calles sin asfaltar, charcos que denuncian hoyos sin reparar.

Un paseo de gozo por las avenidas del alma, sintiendo la libertad, dejando la monotonía y la rutina atrás, y dando rienda suelta a la alegría que nos provoca ser nosotros mismos, sin complejos ni tabúes, ni cohibiciones...

¡Qué bueno es terminar la tarde, el día de trajín, la faena, encima de un acolchado sillín, bajo la lluvia en el barrio, y quedar ileso en el intento!

Sí, montar bicicleta bajo la lluvia, teniendo más de 46 años... ¡Además de posible, divertido!

¿Lloverá mañana? Hay que echarle aire a las gomas.

©Rafael Leonardo... Dejando huellas!

De las cosas que pasan

Hasta hace poco, no sabemos si unos años o tal vez una década y media atrás !Que importa! La idea es que ultimadamente, más que en los años 90, la libertad (y sobre todo los medios) de expresión de cada cual se han hecho más evidentes y efectiva, con la tecnología y los avances y la Internet, decir lo que sentimos es más fácil y hay lo más diversos medios para hacerlos, sin que ello sea cohesionado como en épocas ya superadas.

Todos los periódicos y páginas web nos ofrecen espacios para expresar inmediatamente en ese mismo entorno lo que creemos de lo publicado allí. Sin mencionar al Facebook, Whatapp, Instagram y Twitter, y las facilidades para crear un portal o un blog, que es nuestro caso.

Se han creado espacio, sobre todo en la Red, donde el ciudadano se expresa
abiertamente, aunque esto también conlleve el mal uso de la Internet para hacer daño, tal como en los tiempos antiguos. Siempre hay seres humanos que sacan de lo bueno algo malo para destruir... Y ahora las maneras son más sutiles e igual de efectivas.

Huellas de Rafael fue creado para promover valores, por lo que esporádicamente utilizamos este espacio para levantar una bandera específica de una causa social, a menos que sea algo obvio por lo cual luchar, y cuando decimos "obvio" hablamos de los valores sociales, humanos, cristianos que se han invertido tanto en estos tiempos.

De las cosas que pasan a penas entrecruzamos algún parecer, sin caer en las teorías de expertos, sólo pinceladas, no por temor a comprometernos, sino por la necesidad de aportar a nuestro modo.

©Rafael Leonardo... Dejando huellas!
Frases para pensar...

"La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa".
 





Albert Einstein (1879-1955) 
Científico alemán nacionalizado estadounidense.